Cuando me veas; Laura Gallego García


  Prometí en la entrada inicial de este blog hablar de los libros que más me gustasen pero, sintiéndolo mucho, me temo que en este sentido voy a empezar con mal pie. Sinceramente, Cuando me veas, de Laura Gallego García, es uno de los libros que peor sabor de boca me han dejado en estos últimos meses. Esto no va a ser una reseña formal, porque no me considero con la experiencia necesaria para hacerlas públicamente, pero siento que no puedo callarme los sentimientos que esta novela me ha ido despertando mientras pasaba sus páginas.

Quisiera comenzar marcando algún rasgo positivo y es que, aunque llevaba mucho tiempo sin tener entre mis manos ningún libro de esta autora, Laura Gallego sigue manteniendo en sus obras un ritmo rápido que las hace ligeras y cómodas de leer. El humor de Cuando me veas, por lo general humor negro suavecito, me ha sacado alguna que otra sonrisa involuntaria. Punto para mi tocaya.    
 Desgraciadamente, creo que aquí se me acaban los halagos.

  Lo que en parte movió mi curiosidad y me hizo aceptar leer esta novela fueron los comentarios y críticas positivas, remarcando la estupenda representación de personajes no europeos (básicamente, latinos y musulmanes), que fue acogida entre un gran número de lectores como agua de mayo. No puedo discrepar más. De hecho, durante la lectura me he preguntado decenas de veces qué demonios entiende la gente por "buena representación".
  Los personajes de  Cuando me veas son tópicos hasta resultar ofensivos: una comunidad latina convertida en el cliché por excelencia, viviendo en un barrio digno de aparecer en los telediarios día sí y día también. Vamos, hablando coloquialmente, el barrio chungo. ¿Clasismo? ¿Dónde?
 En resumidas cuentas: latinos con una jerga forzada hasta el extremo (la cual aparece y desaparece de forma misteriosa en los diálogos) que solo se relacionan con otros personajes latinos, llegando al punto de rechazar a compañeros de instituto por el mero hecho de tener acento español. Drogas, bandas, navajas, chicas florero en escote y minifalda todo el año que solo parecen servir para comenzar disputas entre los machos alfa... ¿Puede alguien explicarme dónde se aprecia exactamente la parte positiva de esta representación? Porque si yo fuese latina me ofendería muchísimo. Esto ya sin hacer mención hacia la maravillosa representación de la comunidad musulmana donde, según parece, acercarse a una botella de alcohol significa deshonrar a tu familia, da igual que el trabajo te lo requiera.

Tengo tres palabras para definir esta novela: racista, clasista y machista. Lo que se vende como una genial y súper liberal novela de superhéroes acaba oliendo a rancio en varios kilómetros a la redonda.
No me detendré en las evidentes carencias de la novela en cuanto al género de superhéroes (como la nula evolución de Tina a lo largo de la novela, la falta de un conflicto moral que la lleve a replantearse sus labores de superheroína, su enorme desinterés acerca del origen de sus poderes...) porque otros muchos han hablado más y mejor antes que yo, pero tampoco quisiera perder la ocasión de analizar algunos de los muchísimos momentos en los cuales Laura Gallego ha conseguido hacerme poner los ojos en blanco e incluso alarmarme.
No va a salir de mi memoria esa escena en la cual Tina (de ascendencia colombiana, que vive con su madre soltera) flipa al ver un billete de 20€ y se comporta como si acabasen de mostrarle uno de 500. Tampoco el pasado de su progenitora digno de telenovela cutre: Camila viaja por amor a España. El susodicho la abandona cuando ella queda embarazada y, tras esto, la madre de nuestra invisible protagonista se dedica a malvivir y maldecir al padre ausente mientras le echa en cara a Tina la situación una y otra vez.
 No sé si Laura ha plasmado esto de manera intencionada, pero la madre de Tina es uno de los personajes más tóxicos que he podido echarme a la cara. No hay ni una puñetera muestra de afecto en todo el dichoso libro, ni siquiera al final (donde me abstendré de entrar para no destripárselo a nadie). No. Ni una. Se dedica a machacar psicológicamente a su hija de una manera que da muchísimo mal rollo.

También quisiera señalar lo forzados que me han parecido los diálogos. Ya no solo por una jerga latina extraña (¿qué narices significa evolucionar en monopatín?) que aparece y desaparece a conveniencia de la autora, sino porque el registro normalmente queda muy mal en boca de dos niñas de 14 años. Vamos, en un momento concreto cualquiera diría que se trata de dos sociólogas analizando el comportamiento y el sentimiento de pertenencia de los jóvenes y/o adolescentes.
 Hilando con esto, la trama de la novela me parece bastante panfletaria. Sí, me permito el lujo de utilizar esta palabra tan de moda últimamente. Tanto es así que se centra únicamente en el mensaje social (tratando de utilizar todos los tópicos habidos y por haber, eso que no falte.
  Acaba mezclado novela de superhéroes con telenovela y una de estas pelis de serie B de domingo por la tarde), obviando por completo el resto de subtramas una vez que el asunto de las bandas queda resuelto y se centra tanto en el mensaje que, al menos a mí, me resulta imposible empatizar con los personajes. No puedo verles a través de sus acciones; el lector tiene que limitarse a conocer de ellos lo que el narrador quiere dignarse a explicar.
 Porque, sí, en Cuando me veas, tanto las explicaciones como las charlas sobre moralidad y temas candentes a nivel social abundan y casi diría que incluso sobran. Pero, curiosamente, en cuestiones cruciales como pueden ser el origen de los poderes de la protagonista y la escena del epílogo... Ahí ya nada. O una excusa barata, o que el lector se las apañe y piense como quiera.
  Hablando del epílogo, y para poner cierre a esta pseudo crítica, diré que tanto este como el final de la novela me dejaron fría como un témpano. El final me pareció absurdo y acelerado, no sentí ni un ápice del dramatismo que Laura quiso imprimir en él (algo tendrá que ver el no haber podido empatizar con ningún personaje). Fue un intento de cierre a lo grande que se le escurrió de entre las manos.
 En cuanto al epílogo, no hace sino dejar cabos sueltos. Es una escena innecesaria, orientada tal vez a una posible continuación. Pero si no es así, considero muy mala esa manera de cerrar una historia.

No voy a adentrarme más en materia, mal que me pese. Aún dejando demasiado en el tintero, continuar sería destripar todo el libro y no quiero tampoco que nadie se coma un spoiler por mi culpa si aún siente ganas de leerlo. Cosa que, por mucha pena que me dé decir, no recomiendo.

Espero que el próximo libro venga con una opinión más optimista de la mano.

Comentarios

  1. Una jerga que aparece y desparece de forma misteriosa... que en realidad es una forma racista porque yo me fui fijando y me di cuenta de que aparece en algunos momentos inofensivos (las dos veces que Tina traduce una palabreja para Rodrigo) y, sobre todo, cuando habla un personaje Chungo. Las bandas hablan con jerga, Tina y Salima, no. Los personajes que al final invitan a Tina a su grupo de amigos hablan con estilo (construcción de frases) pero no con jerga :'''') y Alexis de hecho se le nota que en la escena final usa muchas más palabrejas... ha ha ha #risanerviosa

    A honor de la novela cabe decir que a mi me pareció gracioso que a Tina no le interesase el origen de sus superpoderes peor a Salima sí. Me pareció gracioso, salir del tópico de que todo el mundo quiere saberlo todo (aunque pobre Tina). La nula evolución y dilema, no.

    El final hubiese mejorado MUCHISIMO, al menos lo hubiesemos sentido minimamente, si en las 6 páginas en (localización) después de (suceso) hubiesen hablado de lo que le ocurre a Tina, no solo de explicar lo que ha ocurrido en la historia :/ para que luego digan "y le pasó tal" y ea.
    Pero en fin. El final es apresurado antes de esa escena y la explicación, absurda.

    Pero me parece que tu crítica ha sido muy acertada en todo lo que ha dicho y lamento que hayas tenido que empezar así el blog :''')

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