Dioseros; Eduardo Vaquerizo



Título:  Dioseros.

Autor: Eduardo Vaquerizo.


Editorial: Cerbero.


Sinopsis: la cultura de los Funcionarios se extiende por toda la Galaxia desde sus instalaciones en el Gran Anillo, ofreciendo servicios a otras civilizaciones. Sus ministerios proporcionan, entre otras cosas, ejércitos privados, grandes ofertas de ocio o dioses hechos a medida a quien pueda pagarlos.
Un pobre ciego que pide limosna en las calles de Calandanar, ajeno a aspiraciones morales o metafísicas, se cruza en el camino de Isaías y Elena, dos dioseros que viajan a través de los planetas haciendo milagros y sorteando peligros. Desde ese momento, su vida entera, su destino y su propia fe se verán alteradas para siempre. No puede ni imaginarse todo lo que le queda por ver.

Opinión personal: he estado postergando bastante esta reseña, en parte por la pereza que me produce escribir sobre este libro, en parte porque creé el blog para compartir lo que me gusta y a este paso va a parecer que odio a la humanidad. Dioseros cayó en mis manos por accidente y, pese a prometerse interesante con el argumento de los dioses y los viajes por el anillo... Lo siento, pero este libro ha sido la mayor decepción que me he llevado en meses. Puede sonar exagerado, pero se me hacía tan pesado de leer que tardé días. ¿Por qué, si es una novela corta de las que uno normalmente se ventila como mucho en un par de horas? Pues porque, sintiéndolo mucho, no era capaz de llegar a un determinado número de páginas sin quedarme dormida. Si bien esto me avergüenza como lectora, he de reconocer que para paliar el insomnio me vino de lujo.
  Bromas de mal gusto aparte, me entristece tener que hacer una reseña tan negativa, pues soy sincera al decir que esperaba mucho de esta novela. Prometía aventuras, viajes y trataba un tema que siempre me ha parecido interesante: las diferentes religiones. Lo prometía, sí, pero no he encontrado apenas nada de eso.
Lo primero que te salta a los ojos cuando comienzas a leer esta historia son las descripciones. Es cierto que al desarrollarse la trama en universos desconocidos puede ser necesario, en ocasiones, detallar ciertos datos para que el lector pueda hacerse una imagen mental, pero... En el caso de Dioseros, las descripciones se comen a la trama. Literalmente. El autor gasta continuamente páginas y páginas describiendo un entorno en el que no ocurre nada, explicando detalles que son irrelevantes y, sintiéndolo mucho, solo sirven para frenar aún más el ya de por sí lento ritmo de la trama.
 Entiendo que en la novela corta a veces es necesario explicar un poco más que cuando el texto es más extenso, pues el espacio limitado puede ser un inconveniente para que la trama se desarrolle como queremos, pero existe una especie de regla no escrita: enséñalo, no lo cuentes. Con todos mis respetos, el señor Vaquerizo se pasa esta norma por el forro de los bolsillos.
 No es algo que se exija por capricho de los editores. Hay que dar un cierto espacio a los personajes para que crezcan, actúen, se forjen una personalidad, acierten, metan la pata hasta el fondo... Pero si explicas hasta el menor detalle, les impides todo eso y como resultado obtienes personajes más planos que un folio. Tal como ha ocurrido aquí.
 Uno de los motivos por los que me disgusta tantísimo esta novela es que me siento incapaz de conectar con nadie. Llamadme rara, pero como lectora necesito sentir algo. Establecer un vínculo con los personajes, entenderlos, quererlos u odiarlos; pero terminé este libro y ni siquiera me enteré del nombre del protagonista. ¿Cómo vas a conectar con nadie si no sabes ni su nombre? Que esto estaría bien si hubiese alguna razón para que no lo diga, pero el único motivo es simplemente que al autor no le da la santa gana de ponerlo y, en su lugar, decide que nuestro protagonista sea tratado únicamente con apelativos despectivos. Una decisión brillante.
 En realidad los personajes casi darían para otra reseña aparte. Podría tirarme horas parafraseando escenas en las que se muestran actitudes clasistas hasta decir basta, un excesivo desprecio hacia el protagonista y... El papel de la chica. Oh, dioses, casi preferiría no tratar esto, pero es necesario.
 Sin más rodeos: la protagonista femenina es una mujer florero. Una puñetera mujer florero cuyo único papel en la novela es ser el interés sexual de ambos protagonistas masculinos. En serio: no hay una jodida aparición suya en la que no se haga alguna alusión a su físico o a las ganas que tienen nuestros machitos hormonados de acostarse con ella. Nada más. Nada, en absoluto. Y voy a morderme un poco la lengua, porque esto como lectora y sobre todo como mujer me resulta humillante el machismo tan rancio que desprende esta novela.
 Una última muestra de clasismo que no quería pasar por alto antes de meterme en jardines más técnicos, es el uso de la palabra autista como insulto. Algo que ya me está empezando a parecer marca de la casa, porque en 36, de Nieves Delgado, también se utiliza con aires despectivos. Se puede pensar que, en esta segunda novela, al menos hay un poco de contexto para tal aberración, aunque no es algo que sirva para paliar mi nivel de mala leche. Pero bueno, ahí está.. En cambio, Dioseros se lanza a ello sin excusa ni contexto, haciendo de esta palabra un insulto con todas sus malas intenciones. Espero no ser la única que piense que el señor Vaquerizo es digno en ocasiones de un buen, como dirían en Los Simpsons, golpe de remo.

No quiero extenderme mucho más, pero si hablo de los personajes hay un aspecto técnico que no puedo pasar por alto: el uso de los monólogos o diálogos de tono filosófico. Al igual que las explicaciones, están por todas partes. Ya no es que la novela peque de ser demasiado expositiva, es que se pasa las tres cuartas partes de la trama filosofando y describiendo incluso el pantalón mal planchado del tío que se sienta en la mesa más lejana del bar donde entran los protagonistas. Las divagaciones sobre moralidad, existencia y fe pueden resultar muy interesantes si se dan en las dosis adecuadas, pero metiéndolas con calzador lo único que consigues es dormir al lector o, en su defecto, hacerle poner los ojos en blanco. Sobre todo porque estas se vuelven más contradictorias conforme nos acercamos al final.
 Hablando del final. La trama de la novela está mal repartida, pero mal con ganas. El autor se recrea tanto en sus discursos filosóficos de bar a las tres de la mañana y en las descripciones de los lugares que olvida por completo meter un mínimo de acción. ¿A qué nos lleva esto? A un final apresuradísimo en el cual se trata de resolver un conflicto de proporciones gigantescas en apenas veinte páginas. No sé los demás, pero yo tuve que releer los dos últimos capítulos porque me faltaban datos y temía habérmelos saltado por leer medio dormida. Pero no, solo fue que a Vaquerizo le entró la prisa y se dio cuenta de que mejor ir cerrando cuanto antes.

 Dioseros es lo primero y único que he leído de este autor. Siendo sincera, no me ha dejado con ganas de más. La novela está plagada de errores sintácticos, tipográficos (esto puede ser por una edición apresurada, pero no deja de parecerme desagradable), repeticiones de principiante por doquier y redundancias tan extrañas como "la comida era comestible". A ver, en serio. ¿Esto era necesario? Si los personajes humanos están ante comida alienígena, di que la comida era apta también para ellos o algo por el estilo, no que es comestible. Si no se considerase comestible, no se la catalogaría como comida, es algo que va implícito.
 Pese a todo esto, y ya para finalizar, el autor nos bombardea descaradamente con un sinfín de términos técnicos que tal vez puedan servirle para mostrar su erudición y destreza en ciertos campos, pero a mí como lectora (y sé de buena tinta que no soy la única) me resultan infumables. Se podría decir lo mismo con otros términos que hiciesen la lectura mucho más ligera, pero no. Sintiéndolo mucho, si a esto se le suman los fallos de escritura y estilo antes mencionados, me parece una muestra de pedantería como la copa de un pino.

Hasta aquí mi opinión sobre este bolsilibro. Me apena un poco no haber encontrado ningún punto positivo que tratar. Es, en parte, una de las razones por las que me resistía a hacer esta reseña. Si bien puedo resumir diciendo que no recomiendo en absoluto leerlo, espero que mi próxima reseña venga en un tono más alegre.
   

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