¿Self-Care? ¿Y eso qué es?


Sé amable contigo dando lo mejor de ti




Hace bastante tiempo que no lograba sacar un rato para traeros una nueva entrada. Sí, como ya os podéis imaginar, el trabajo y las cuestiones personales me han tenido bastante hasta arriba.
¿Por qué os cuento mi vida? Pues porque viene bastante a colación con el tema que quiero tratar hoy: el self care o, dicho de otra manera, los autocuidados. A la mayoría os sonarán estas palabras pero, por si no es el caso, voy  hacer un pequeño resumen muy de andar por casa.
Seguro que habéis sentido alguna vez esa sensación de no poder más. Un cansancio extremo, ya sea mental o físico, provocado por estrés, ansiedad, problemas en el entorno, una alta carga de trabajo, dificultades con los estudios o incluso una mala época. De pronto, necesitas poner punto final en alguna parte, refugiarte en tu burbuja, pausar un poco el mundo. Self Care es, básicamente, mirar por nuestro propio bienestar. Fácil, ¿verdad? Entonces, ¿por qué escribir esta entrada?

El recordatorio de los autocuidados se ha vuelto una parte muy importante del activismo por la salud mental en redes. Especialmente en Twitter, que es la que más frecuento (bueno, la única que frecuento a nivel personal, no voy a mentir). El discurso se centra en que debemos cuidarnos, ser amables con nosotros mismos: beber agua a menudo, descansar cuando no podamos más, tomarnos nuestro tiempo, no olvidar nuestra medicación en caso de necesitarla, darnos una ducha caliente que nos ayude a lidiar con los nervios y envolvernos en una manta para ver nuestra serie favorita. Reconozco que esto es genial, yo misma lo he puesto en práctica alguna tarde de estas en las que el mundo me ha lanzado todo su peso sobre los hombros. Pero... ¿Y luego, qué?
No he escogido la imagen de cabecera solo porque me resultara bonita. Sé amable contigo dando lo mejor de ti. Realmente creo que esa es la clave, la parte de los autocuidados que nunca se menciona.
Porque es genial tener una tarde de sofá y mantita tras una ducha caliente cuando tienes el ánimo por los suelos, pero ¿y si ese estado de ánimo, ese no poder más, se prolonga en el tiempo? ¿Cuánto podemos pausarnos sin que eso afecte a nuestra vida? Porque, siento decirlo, pero el mundo no se detiene. Para nadie. Tiene que haber algo más.
No quiero sonar dura con estas palabras, ni haceros pensar que soy una insensible. Todo lo contrario: mi propia salud mental me dificulta hacer vida diaria muchas veces. Y la física también. Por eso quiero hablar de otra forma de mimarnos, de la que he descubierto conforme he ido viendo la luz al final del túnel: avanzar.

La mayoría de personas que lean esto sabrán que llevo mucho tiempo en tratamiento por depresión severa y trastorno de ansiedad. No es un tema agradable de hablar, pero tampoco pasa nada por decirlo si el momento lo requiere: es son enfermedades como cualquier otra, han mejorado mucho con terapia y tratamiento y algún día desaparecerán. Es por esto que sé lo que es no tener fuerzas para levantarte de la cama en todo el día, ni para estudiar, escribir, socializar o ir a trabajar. Por eso conozco tan bien la importancia de seguir adelante.
Para mí, self-care es no posponer la alarma cuando la he programado para algo importante. Ponerla cada día media hora antes para coger de nuevo el hábito de madrugar cuando la apatía me hace dormir hasta tarde durante semanas. Cuidarme es levantarme para ir a terapia incluso en esos días en los que ya no puedo más. Es permitirme llorar. Darme permiso para llamar a alguien cuando siento que voy a tener una crisis y todavía puedo controlarme. Cuidarse también es probar mil técnicas de estudio diferentes para llevar bien preparado ese examen tan importante sin acabar exhausta mentalmente. Es permitirme volver del trabajo en transporte público cuando siento que voy a desfallecer y repetirme mil veces que no pasa nada por gastar un viaje del bono, que lo he cargado para eso.
 Cuidarte puede ser acudir  una entrevista de trabajo tras haberte arreglado con esmero cuando tus monstruos (sean los que sean) no quieren que te levantes de la cama. Es priorizar las tareas del día, dividirlas en las que debes hacer inmediatamente y las que puedes aplazar un poco, cumplir las primeras y tratar de hacer al menos una de las segundas para que no se te acumule exceso de trabajo durante la semana. Es ir a clase, a un examen o a comprar el pan aún sintiendo pánico al poner un pie en la calle. Ah, pero cuidarte es también pedir compañía si no puedes afrontar ese trayecto por tu cuenta sin entrar en crisis. Y, otro día, probar a hacer sin ayuda una pequeña parte del camino.

En definitiva, los autocuidados no se dan solo con agua caliente y nuestro plato favorito. Creo que cuidarnos significa hacer por nosotros mismos lo que haríamos por la persona que más queremos. Y, por supuesto, la animaríamos a avanzar si vemos que se le está estancando la vida.
Es cierto que no tenemos por qué hacerlo todo de golpe, pero considero fundamental no dejar de trabajar nunca la fuerza de voluntad. No tenemos por qué saltar de golpe de nuestro espacio seguro, podemos ir paso a paso. Pero hay que salir. El mundo tiene muchas puertas y habrá algunas en las que no quepamos si vamos metidos dentro de nuestro caparazón.
 En resumen, el mejor self-care es trataros como trataríais a la persona que más queréis. Descansad. Bebed. Alimentaos bien. No olvidéis vuestra medicación. Sentid, sacadlo fuera. Pedid ayuda. Estudiad, trabajad, dedicad tiempo a vuestras aficiones, cuidad a vuestros animales, pasad tiempo con vuestros seres queridos. Cuidad vuestra higiene y salud. Aprended cosas nuevas.
Vivid. Avanzad. El mundo no se detiene por nadie.
La mejor manera de cuidarse es tratarse con amabilidad mientras damos lo mejor que tenemos.










Comentarios

Entradas populares de este blog

Enfermedades mentales, esas grandes desconocidas

Despertar

¿Escribir y leer?